domingo, 9 de marzo de 2014

PSICOONCOLOGIA, TERAPIA DEL ALMA

Artículo publicado en  http://calidaddevida.com.ve


 La psicooncología es un campo interdisciplinar de la psicología y las ciencias biomédicas cuyo objetivo es la prevención, diagnóstico, evaluación, tratamiento, rehabilitación, cuidados paliativos y etiología del cáncer. También se ocupa de las mejoras en las habilidades de comunicación y de la interacción entre los profesionales de la salud, así como de la optimización de los recursos para promover servicios oncológicos eficaces y de calidad (1).
De esta manera la psicooncología es una disciplina que se ocupa de mejorar la calidad de vida de los pacientes oncológicos, sus familiares y cuidadores, atendiendo tanto sus respuestas psicológicas, aspectos sociales y conductuales a lo largo de todo el proceso de enfermedad.
El diagnóstico e incertidumbre que conlleva la enfermedad oncológica trae consigo una serie de reacciones emocionales asociadas al duelo por pérdida de la salud. Por lo que el cáncer al inmiscuirse en nuestras vidas, hace tambalear todos nuestros pilares como lo son la identidad, el círculo familiar y de amigos, trabajo y/o escuela y nuestras creencias religiosas y vida espiritual.
Frecuentemente la primera reacción del paciente y de los familiares puede ser de dolor, ira, tristeza… e incluso negación de estas emociones. Durante el proceso de adaptación a esta nueva realidad podemos encontrar diferentes etapas, entre las cuales podemos mencionar:
La persona puede encontrarse bloqueada o perdida, con dificultades para asimilar el diagnóstico, ello también se traduce en frecuentes momentos de confusión e hipersensibilidad.
Asimismo, aparece la incredulidad o negación, que son sentimientos relacionados con la búsqueda de un porque, dicha respuesta puede dirigirse hacia sí mismos o hacia alguna persona.
El miedo es una respuesta ante lo desconocido y muchas veces paraliza, por lo que en lugar de que el paciente actúe en su propio beneficio, existe un incremento de la ansiedad.
Es posible que aparezca temor al rechazo, que es uno de los miedos más frecuentes y está relacionado con sentirse una carga o ser dependientes, esto último dificulta la comunicación y la expresión emocional e incrementa la tendencia al aislamiento.
Debemos recordar como señala Eric Cassell, en uno de los artículos más relevantes con respecto a la ética en el trabajo como profesionales de la salud que “los que sufren no son los cuerpos si no las personas” (2), por lo que la atención a los factores emocionales es fundamental y resulta en una dinámica de colaboración exitosa entre el paciente y los profesionales de la salud.
Bien decía Gregorio Marañón, famoso médico español, que el mejor instrumento del médico es la silla, y en el caso de la enfermedad oncológica el énfasis en esta frase debe materializarse aún más, ante la presencia de vulnerabilidad e invalidez.
El sufrimiento que está asociado a la amenaza de pérdida y no solo al malestar físico, sino también espiritual tiene que ser atendido. De esta manera tenemos que “el sufrimiento es una respuesta negativa inducida por el dolor pero también por el miedo, la ansiedad, el estrés, la pérdida de personas u objetos queridos y otros estados psicológicos” (3).
Existen necesidades psicosociales y espirituales que deben ser tomadas en cuenta durante todo el transcurso de la enfermedad. En primer lugar, existe la necesidad de una comunicación clara, veraz, tranquilizadora y personalizada. Asimismo, esta debe proveer sensación de control tanto para los familiares como al paciente, quien es el pilar fundamental durante el tratamiento.
La necesidad de mantener la esperanza es esencial, incluso para la adherencia al tratamiento, la cual durante todo el proceso va adquiriendo un nuevo sentido. En un inicio la esperanza se fija en la curación, pero cuando ya no hay cura, la esperanza es que la enfermedad avance lentamente. Cuando avanza, es minimizar el sufrimiento y si continua, la esperanza es morir en paz (4).
También observamos otras necesidades como la de ser reconocido como persona, de releer la vida y encontrarle un significado al momento actual. En este último caso, el paciente se pregunta acerca del sentido de la enfermedad en su vida y ante lo cual es importante mantener una actitud de acogida y empatía, comprendiendo la biografía de ese ser humano que tenemos delante de nosotros.
La única manera de satisfacer estas necesidades psicosociales y espirituales es a través del contacto humano, por lo que la intervención multidisciplinaria es fundamental. Así como prepararnos nosotros mismo, como profesionales de la salud para manejar nuestros duelos y poder estar allí de manera efectiva para el otro.
Bibliografía:
(1) Cruzado, J.A. Tratamiento psicológico en pacientes con cancer. 1era ed. Madrid: Síntesis; 2010
(2) Cassell, E. J. (1982) The nature of suffering and the goals of medicine, The New England Journal of Medicine, 306, pp. 639-645.
(3) Loeser J.D, Melzack R. Pain: An overview. Lancet 1999; 35: 1607-09.
(4) Ferrado M, Celis B. Saber la verdad, ayuda a morir. El País, 19 de junio de 2008; 34-5.

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