Portal realizado por una psicooncóloga venezolana (Universidad Complutense de Madrid, 2008). Amante del aprendizaje continuo y enamorada de Madrid. Luchadora constante y con muchos sueños por cumplir. Para consultas: 0412-3036009 Correo: liana_perez_rodriguez@hotmail.com
miércoles, 14 de marzo de 2012
El curador herido
Es de importancia generar un proceso de auto-reflexión en el transcurso del camino de la ayuda a otros. Nosotros quienes estamos inmersos en esta profesión, aunque no sólo los psicólogos sino también los médicos, enfermeras, trabajadores sociales, docentes hospitalarios y todo personal que se encuentre laborando con y para quienes se encuentran en situaciones de enfermedad e incapacidad tanto física como emocional, que les toca transitar por ese duro momento vital al cual es posible que a todos nos toque de alguna manera vivir.
En esta búsqueda de respuestas, me he encontrado con variados textos que humanizan la relación de ayuda y en lugar de menospreciar nuestra propia vulnerabilidad, la integran dentro de un proceso de autoconocimiento.
Así, Brusco (1999) señala acerca de nuestras heridas, “que es el precio inevitable pagado a la existencia en un ambiente vulnerable, mientras que la curación es el proceso necesario de la vida que se renueva. El arquetipo del curador herido comporta que, ante una persona que sufre, los terapeutas del cuerpo, de la psique y del espíritu no sólo deben activar su poder de curación, sino tomar conciencia también de sus propias heridas y comprometerse en un proceso de auto-terapia.”
De esta manera, nuestras heridas pueden servirnos para tomar conciencia de la propia finitud, limitaciones y también para elaborar duelos, rupturas. Como señala Jaime Sanz Ortiz, la biografía de todos está plagada de una cantidad de pérdidas, que nos recuerdan la precariedad y provisionalidad de todo vínculo y de toda realidad.
Los duelos, las pérdidas, las limitaciones están presentes para todos y de alguna manera transformar ello en una enseñanza vital es tarea fundamental de quienes se aproximan a otros en condiciones adversas.
Este arquetipo o figura presente en el inconsciente colectivo y aparece en múltiples pasajes antiguos que sin importar nuestra creencia religiosa, podemos tomar como imagen propia.
Así tenemos el arquetipo de Quirón:
Quirón fue médico y cirujano. Sabía de música, del arte de la guerra, la caza y la moral. Es el padre de Hippo y de Thea.
Hippo vaticinó que su padre, renunciaría a su condición divina de inmortal; dicha profecía se cumplió cuando, Hércules durante la batalla en contra de los otros centauros, accidentalmente hirió a Quirón, que estaba de parte de él, pero como las flechas estaban envenenadas con la sangre de Hidra no había antídoto, aunque Quirón trató de curar su herida no le fue posible.
La herida era muy dolorosa y no podía curársela, a pesar de que Quirón era un gran sanador. El problema era que no podía morir a causa de su herida porque era inmortal; pero tampoco podía curarse. Sufría mucho porque nadie podía sanarle la herida y no podía morir, no tenía ni siquiera la esperanza de que algún día cesase su dolor con el descanso de la muerte.
Condenado a un dolor eterno. Él podía haberse amargado haciendo aún más penoso su dolor; también podía haberse entretenido con inútiles lamentaciones o dirigir su dolor y su rabia a los demás; pero no hizo eso sino que su dolor le hizo más sabio aún, le hizo aprender mucho más sobre la naturaleza del dolor, y eso le convirtió en el más grande de los sanadores de la mitología. Entonces Hércules se propuso encontrar a la Muert para liberarle. Así, encontró a Prometeo, un Titán encadenado al Cáucaso por Zeures. Cada día, un águila devoraría su hígado, que luego volvería a crecer, así hasta que alguien se apiadase de él y aceptase morir en su lugar. Quirón tomó su lugar, muriendo y liberano a Prometeo. Como recompensa por su trayectoria, Zeus colocó a Quirón en los cielos como la constelación de Sagitario.
También, el libro de Isaías presenta al siervo de Yahvé como aquel que salva a la humanidad a través de sus pr3,3). Sobre la base de estos datos, Jung habla del sanador herido como un arquetipo, es decir, una potencialidad innata de comportamiento presente en el hombre, constituida por dos polos: la herida y la curación.
Nosotros sólo al darnos cuenta de nuestras propias heridas podemos activar nuestra dimensión de curación, tanto en un proceso interno como de ayuda a quienes lo solicitan. Al trabajar las despedidas, la soledad, limitaciones espirituales, físicas y emocionales, podremos identificarlas en el otro y apreciar el ritmo de cada quien para ser curado, lo cual ayuda a respetar y a comprender de manera empática e incondicional.
El mito de Ícaro, que hace alusión al deseo de superación que engendramos cada uno de nosotros en nuestros corazones, también nos recuerda esto:
Ícaro es su búsqueda de libertad corría muchos riesgos, más allá de sus propias limitaciones. Si él volaba muy bajo, la espuma del mar podría mojar sus alas y sería incapaz de volar nuevamente, y si lo hacía demasiado alto, el calor del sol derretiría la cera que mantenía unida sus alas y caería. Y a pesar de las advertencias de su padre Dédalo, él ascendió demasiado alto, sin ajustar los objetivos a sus recursos y limitaciones.
Para una buena práctica en la relación de ayuda es necesaria la autorreflexión, evitar el bloqueo emocional de nuestra propia oscuridad, sino trabajar en la misma para convertirla en luz para nosotros mismos y para los otros.
Bibliografía:
Brusco, A. (1999) Humanización de la asistencia al enfermo. Editorial Sal Terrae.
Bermejo, C. (2009) Acompañamiento espiritual
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3 comentarios:
La verdad que excelente este pequeño artículo, además Jung me parece facinante, en especial por su trabajo con los arquetipos...sin embargo la imágen mitológica ayuda a comprender que puede y debe existir un sufremiento con sentido, como expresa el hermano Miyashiro, quien ha abordado excelentemente el tema de la vulnerabilidad y de la relación del sanador herido con el que sufre. Ese proceso de auto-reflexión y de partir de los propios dolores para superar esa obscuridad es lo más difícil y a lo que le tenemos más miedo. Ese descubrirnos y reconocernos para acompañar desde lo que somos es lo que nos ha costado aprender, sobre todo quienes estamos en medio de la vulnerabilidad.
Siempre tu tan apegada a la ciencia. Gracias por regalarnos este escrito. Besos.
Siempre tu tan apegada a la ciencia. Gracias por compartir esto con nosotros. Abrazos.
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